No podía evitar oir la conversación a tres bandas junto a mí, mientras me tomaba una caña en aquel pub.
A mi izquierda una chica, otra a mi derecha con una gran melena negra mojada por la lluvia y otra detrás. Yo apoyado en la barra mirando las botellas, el ir i venir del camarero y las lucecitas del equipo de música que tenía frente a mí, cuyo volumen hacía que las tres chicas hablaran más alto de lo habitual.
-Chica pues yo con él, es que no puedo. Es un patoso. Si no le das una cremallera es que se pierde.
-Sí, si es que son unos botones de nada.
-Sí, pero es que son todos iguales. Si no saben desatar una blusa como van a saber... (En ese momento dejé de escuchar porque la que tenía a mi derecha me dio con toda la melena en los ojos como si fueran 1000 látigos, con ese puto movimiento que tienen de cabeza como para sacudirse yo que sé qué).
-Uy perdona, -me dijo mientras me frotaba los ojos por el dolor y me secaba las lágrimas-
-No te preocupes, no es nada -le mentí -, por cierto no podía dejar de escuchar lo que hablabais de los botones. Es que vosotras tenéis los botones a la izda., y nosotros a la derecha y hay que tener cierta práctica.
La chica me miraba como un bicho raro, así que tuve que explicarme.
-Verás, es que antiguamente las damas de buena posición eran vestidas por sus criadas y para ellas la labor resultaba más fácil si los botones estaban situados al revés de como debían estarlo. Por eso se adoptó el cambio y se convirtió en costumbre. Y hasta hoy. Ya ves.
La chica no dejaba de mirarme a los ojos, ni cuando andaba hacia atrás arrastrada de la mano de una de sus amigas. La perdí entre las cabezas de todo el local. Mi ojo derecho me escocía y no dejaba de llorar.
Al mirar hacia abajo, me di cuenta de que tenía la bragueta abierta y de que no era un caballero de buena posición.
Con esa labia tampoco hubiera podido apartar mis ojos de los tuyos.
ResponderEliminarEleonora
A Eleonora:
ResponderEliminarYo a ti no te hubiera dejado marchar. ;)