Al abrir la puerta a los golpes y gritos de “¡Abra policía!”, cinco hombres fueron directos donde estaba ella. Otros dos me sujetaron a cada lado por los brazos y me llevaron en volandas hasta un furgón.
Uno de los que estaban dentro recibió una llamada y asintió con la cabeza al colgar.
-Dijiste por teléfono que había un periódico y ¡no hay ninguno! –me gritó-
-¡Sí lo había! ¡Era el periódico INFORMACION y atravesado por el cuchillo! –grité también-
-¡Mientes! –gritó enloquecido y con un portátil que tenía a su lado me partió el tabique nasal-.
Noté que perdía el conocimiento. Unos pitidos acompasados me hicieron abrir los ojos viendo el despertador marcando las 7:00 y me levanté para acudir a la redacción tras desayunar.
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